viernes, 28 de enero de 2011

Trastornos de la personalidad: el Caso de Marcos.



"Una cuestión que siempre ha preocupado al ser humano es la del origen de su conducta". Así empieza el capítulo 8 de mi libro de Psicología de la Personalidad para Psicopedagogos, de Ruiz Caballero (2006), "Determinantes genéticos versus ambientales de la personalidad" sobre el que debía hacer un ensayo.

Acababa de conocer la historia de Marcos Rodríguez, pues ese domingo no podía dormir pensando en qué escribir y contaron el caso en el programa de Iker Jiménez, Cuarto Milenio. Me fascinó tanto que quise saber más, y fui a la sección juvenil de la biblioteca a sacar el libro de Gabriel Janer Manila, (que por cierto es muy entretenido y se lee en un momento). Y entonces, a partir de ese momento, Marcos estaba por todas partes: en los documentales de la tele, en los periódicos, ¡en el cine!

Así que, siguiendo las tendencias, decidí elaborar el ensayo vinculando el caso de Marcos con la eterna discusión sobre la influencia en la personalidad de los determinantes genéticos y los ambientales.
Además, también me sirvió para relacionarlo con la estabilidad o el cambio de la personalidad y para dar unas pinceladas sobre psicopatología. 





Ensayo
“El pequeño salvaje de Sierra Morena”

            A raíz del estreno de la película “Entre lobos” del cineasta Gerardo Olivares, el caso de Marcos Rodríguez Pantoja ha sido difundido en los medios de comunicación. Marcos fue abandonado durante trece años, desde los 7 hasta los 19 años (entre 1953 y 1965) en las montañas de Sierra Morena. El domingo pasado fue invitado al programa de Iker Jiménez, “Cuarto Milenio”, Gabriel Janer Manila, autor de la tesis “La problemática educativa dels infants selvátics. El cas de Marcos”.  La curiosidad por conocer más a fondo el caso de Marcos me indujo a leer el libro de Gabriel Janer, “He jugado con lobos” una novela basada fielmente en esta historia.

            Mientras iba leyendo, me venían a la memoria los temas que habíamos tratado en clase. En primer lugar, aquel en el que hablábamos de los determinantes genéticos y ambientales a la hora de explicar el desarrollo y el funcionamiento de la personalidad.

            Los estudios realizados sobre la herencia apuntan que genética y ambiente se influyen mutuamente, pero ¿hasta qué punto ambas determinan nuestra conducta?

            Miles de veces he escuchado decir: eres igual de inteligente que tu madre. Pero, ¿lo he heredado de ella o lo he aprehendido? Para Marcos, el niño selvático, no había un modelo humano de comportamiento, por ello aprendió a vivir como los animales.

            Una de las premisas de la genética conductual, que compara las diferencias entre individuos de una determinada población, es que las diferencias ambientales pueden dar lugar a diferencias individuales fenotípicas (Colom, 1998, p. 185). En el caso de Marcos, se pone de manifiesto con total claridad, ya que seguramente su padre no tuviera conductas observables, fenotípicas, de salvajismo.

            Marcos llevaba en sus genes la capacidad lingüística (lo que Chomsky llamaba Gramática Universal), lo que le permitió comunicarse con los animales imitando sus sonidos; la capacidad de andar erguido, aunque las características del entorno le hacían preferir moverse a cuatro patas; y la capacidad de adaptación, que le permitió vivir con los lobos y desenvolverse solo en el bosque. Aunque seguramente también hubiera heredado rasgos de la personalidad de sus progenitores, Marcos y Araceli, que le permitieron sobrevivir. De no haber sido así podría haber muerto de miedo o acabar siendo la comida de algún animal salvaje. 

            El estudio del caso de Marcos nos conduce a olvidarnos del mito de que los factores genéticos son inmutables y el ambiente, tras el nacimiento, determinante en el proceso de construcción de la personalidad humana. Ambos caminan juntos en la misma dirección. Por ello no podemos olvidarnos de las consideraciones ambientales. Según el determinismo ambiental, la conducta humana no está en los genes, sino que se enmarca dentro de un entorno cultural y social determinado[1].

            El otro día leía en el periódico que habían vuelto a clonar a Vasito, el toro de lidia de la ganadería de Alfonso Guardiola, que ha tenido dos toritos idénticos, Got y Glass. Los periodistas se preguntaban si los toros clonados serían, como su progenitor, de lidia. La noticia decía así: Los expertos no saben si Got y Glass servirían como toros de lidia. "Nuestra pretensión es que sirvan de sementales". Que, además, entren al trapo, depende de las condiciones ambientales en las que se criarán los becerros. (Carmen Morán, El país digital, 19/05/10)[2]

            En el caso de Marcos, la facilidad de ver en la oscuridad, la dificultad para distinguir entre un relieve y una figura plana o el notable funcionamiento de las facultades acústicas eran aspectos no heredados, pero el ambiente hizo que las desarrollara. Si Marcos se hubiera podido reproducir de alguna manera, podría ser que, según el determinismo ambiental, su hijo y los hijos de sus hijos heredaran esas características. Sin embargo Darwin estaría seguro de la presencia de esos rasgos en las generaciones posteriores, ya que si las características que incrementan la posibilidad de supervivencia son las que perduran, sus hijos deberían heredarlas. Al igual que ha sucedido a lo largo del tiempo con la especie humana. Si se trata de desarrollar mecanismos de adaptación a favor de la evolución, muchos genes de Marcos hubieran sido seleccionados naturalmente. En la sierra, explicaba en la entrevista, no tenia sensación de frio y, todavía hoy, resiste al frio con tranquilidad.

            No tengo constancia de que se hayan estudiado gemelos selváticos, por lo que no puedo ofrecer datos de los fenotipos heredables de este tipo de población. Aunque si se estudiara, por ejemplo en una tribu de la selva, calcular el índice de heredabilidad no garantizaría nada, ya que, como señala Colom (1998) las influencias no son grupales, sino específicas para cada individuo, además de tener en cuenta las experiencias personales.

            En este sentido, autores como Piaget, Vygotsky o Bandura, en cuyas teorías se basa el currículo actual, también destacan la importancia de los factores ambientales, afirmando que existe un programa hereditario y que, solo el hecho de aplicarlo a un medio concreto, supone la superación de aquella programación.

            Así que, aunque el material genético de Marcos fuera heredado de Tarzán, según el modelo bioecológico de Bronfenbrenner y Ceci (1994), el resultado de los rasgos fenotípicos dependerían, además de los procesos genéticos emergentes y las características de los ambientes donde se desarrolle el fenotipo, de los procesos proximales que activan ese potencial genético.

            Si nos fijamos en Marcos, podernos observar que el hombre no tiene preestablecida antes de nacer su determinación. Determinados por la sociedad, o como Marcos por los lobos, el ser humano puede desarrollar personalidades diferentes, aún con genotipos idénticos como en los casos estudiados con gemelos. El potencial genético sin un ambiente propicio para su desarrollo es como una semilla que no se riega. De ahí todas las carencias que el niño selvático, hombre después, tenía: el desconocimiento absoluto de la vida social, las dificultades del lenguaje (sobre todo el desconocimiento del nombre de las cosas), el andar extraño, la ingenuidad, etc.

            En “De l'education d'un home sauvage” (Itard, J. M. , 1801, p. 107), podíamos leer: así en la horda más salvaje y vagabunda como en la nación europea más avanzada, el hombre no es sino aquello que se le hace ser; siendo criado por sus semejantes, no tomara sino sus costumbres y sus necesidades, ni sus ideas serán menos ajenas; habrá gozado en todo caso la más alta prerrogativa de su especie: la capacidad de desarrollar su entendimiento bajo el impulso de la imitación y la influencia de la comunidad.

            Mientras me informaba sobre el caso de Marcos, viendo vídeos del estudio de Janer, artículos en Internet y leyendo la novela, pensaba en los grandes cambios que había sufrido su personalidad, y en que, aún así, rasgos desarrollados en el bosque, como la bondad, seguían caracterizando a un hombre que ahora tiene 65 años.

            Cuando nos referimos a la estabilidad de la personalidad está muy claro por qué, cómo y cuándo cambió la de Marcos. A partir del momento en el que la Guardia Civil le capturó, todo su mundo se deshizo. Tuvo que readaptarse a una sociedad que apenas conocía y aprender a vivir en ella. El niño selvático debía convertirse, de repente, en un ciudadano adulto. Y lo hace, cambia completamente. Marcos es capaz de escribir, leer, hablar, usar los electrodomésticos, relacionarse con la gente… La personalidad que Marcos había formado en el bosque había cambiado. Ahora era un hombre amistoso y mucho menos ingenuo.

            Pero me llama mucho la atención aquellas conductas que todavía presenta en algunas ocasiones. Por ejemplo cuando tiene miedo o se siente perdido, la manera que tiene de protegerse, y que no ha extirpado, es subirse a los árboles. Tampoco puede tener un trabajo continuado porque su forma de ser no le permite seguir horarios fijos.

            Por tanto, la personalidad de Marcos ha seguido siendo inevitablemente estable en algunos aspectos y ha cambiado en muchos otros, voluntario o involuntariamente, para adaptarse a las nuevas situaciones vitales (Avia, 1995).

            Otro de los temas que hemos estudiado en esta asignatura ha sido la relación  entre personalidad y salud, y cómo algunas dimensiones de la primera tienden a favorecer la segunda.

            Teniendo en cuenta el abandono social que sufrió el desafortunado niño salvaje, fueron normales los trastornos de la personalidad que padeció. Marcos estaba convencido, y aun lo está, de que con el lenguaje que había aprendido, los ruidos del bosque, se entendía con los lobos, estando seguro de que en cualquier situación de peligro acudirían en su ayuda, y que era amigo de una serpiente que incluso, según cuenta una vez que le dolía la tripa, le ayudó guiándole hacia una planta curativa. Atribuía a los animales sentimientos y conflictos humanos, fruto de una psicopatología desarrollada quizá como estrategia vinculada a su adaptación emocional.

            "La imaginación le salvó la vida", explica Janer Manila. "Todo lo que cuenta lo vivió, pero no es como lo vivió, aclara. La realidad fue mucho más dura”. Esa fue la estrategia de adaptación que le permitió sobrevivir. Las valoraciones subjetivas (Lazarus y Folkman, 1984) sobre la situación, que se refieren a la evaluación de en qué grado la situación es amenazante (valoración primaria) y cuáles son los recursos para hacerla frente (valoración secundaria), fueron sorprendentemente positivas. La valoración de sí mismo, quizá como un animal, las metas que pretende alcanzar (que tienen que ver con sus necesidades primarias) y las relaciones que establece con el medio, mediante su imaginación, le permitieron afrontar las dificultades.

            Larsen y Buss (2002) estarían de acuerdo conmigo en que supo superar las situaciones de estrés derivadas de sus sucesos vitales, tales como no tener cobijo, la preocupación de comer o la incertidumbre de no saber qué peligros le depararían al día siguiente. Aunque quién sabe si el dolor de estómago que Marcos tenía aquel día fuera causa de todo esto, ya que la salud psicológica puede influir en la salud física (Sheier y Carver, 1993). Ser optimista y tener estrategias de enfrentamiento, como las tenía el niño salvaje, augura una buena salud. Sin embargo la ansiedad, la tristeza, la culpa o el malestar en las relaciones interpersonales nos hace más vulnerables a sufrir alteraciones físicas.

            Como conclusión, quiero apuntar que la personalidad de Marcos se determinó de una forma global en función del medio al que estuvo sometido. A partir de aquí, las dificultades de integración surgen, no solamente de la sociedad, sino también de sí mismo, de las dificultades de su propia personalidad que, aun en la estabilidad de algunos de sus rasgos, ha sufrido cambios importantes. Los trastornos de personalidad que Marcos padece, parecen ser causa de su imaginación y de conductas desadaptativas. Según la categorización de los trastornos de personalidad desde el punto de vista del Manual de Estadística y Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-IV; APA, 1994), podría tratarse de desórdenes extraños por su aislamiento, pues lo que ha sucedido es que Marcos ha desarrollado unas determinadas estructuras de su pensamiento a otro ritmo y de una forma diferente a como lo hubiera hecho en el seno de la colectividad humana.

            La personalidad de Marcos era, en definitiva, su propia historia. Una historia que se halla en la base de su existencia y que, como han demostrado las exploraciones de la personalidad, pesa de una forma absoluta sobre su vida.





“-(…) ¿Dónde has estudiado?
Y le respondí:
-En la montaña, con los lobos.
Apreté los puños y sentí como las uñas se me clavaban en la palma de la mano. No sé si eran las uñas de un lobo. Cuando las abrí, me di cuenta de que me había hecho un poco de sangre. Pero la sangre olía a monte bajo, a hierbas salvajes, a viento y a luna clara.”

(Gabriel Janer Manila, “He jugado con lobos”, Bridge editorial, 2010, p.160)



[1] Ruiz Caballero, J. A. (2003): Psicología de la Personalidad para psicopedagogos. Madrid: Sanz y Torres. Pág.287.

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